La Democracia distributiva reconstruye la trayectoria histórica de la Italia republicana consistiendo su originalidad en el hecho de que el Estado social es considerado como el centro de gravedad del sistema político. Los grandes partidos de masas han impulsado políticas sociales muy generosas, pero sin preocuparse por mantener en orden las cuentas públicas. A diferencia de los otros modelos europeos el Welfare State a la italiana no ha sido el resultado de una operación de redistribución, sino el fruto de un endeudamiento. Un Estado social cuyos costes recaerían sobre generaciones más jóvenes ha provocado graves patologías financieras, cuyos efectos se advierten todavía hoy y ciertamente de cara al futuro.